El mercado de aplicaciones móviles (apps) de salud moverá en todo el mundo en torno a 20.000 millones de euros en los próximos cuatro años, según un informe de la consultora norteamericana especializada en movilidad Research2guidance.
¿Y cómo no va a ser así? Cada día surge una nueva que llega para engrosar la enorme lista que está a disposición de cualquiera con un teléfono inteligente o una tableta. El mundo de la Sanidad no es ajeno a este boom. En 2011, y por primera vez, el tráfico a Epocrates fue mayor desde el móvil (43 por ciento) que desde la web (27 por ciento).
Todas estas herramientas están descubriendo un mundo de datos y posibilidades tanto para el profesional sanitario como para el paciente. Pero como ocurre en cualquier ámbito relacionado con las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC), el mundo no está preparado para esa velocidad. Así, las apps han germinado sin que, a juicio de muchos, existiera un marco al efecto. Y surgen dos preguntas: ¿cualquiera puede desarrollar una app que salga al mercado y sea utilizada por miles o millones de personas? ¿Nadie regula o controla la calidad de estas aplicaciones? Como colores, respuestas hay para todos los gustos.
El 'no'La postura del Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad se adapta totalmente al panorama actual: ni se está trabajando ni se tiene previsto trabajar desde Calidad en regular este tema. Las razones las aporta Mercedes Vinuesa, directora general de Salud Pública, Calidad e Innovación del Ministerio: "Hay desarrollos estatales, como el de la historia clínica electrónica, pero en la mayoría de las TIC son las comunidades autónomas las que deciden". Desde Sanidad defienden que no es necesario regular este mercado, puesto que "nada se implanta si no se pide", lo cual ya exige un filtro previo.
Además, creen que no sería sencillo llevarlo a cabo: "Hay que rastrear, y, como en el caso de los medicamentos falsos, es muy difícil llegar a todo", añade Vinuesa. La opinión la comparte Juan Fernando Muñoz, subdirector General de Tecnologías de la Información del Ministerio: "Acreditar la calidad de las apps es muy complicado". Sin embargo, la posición estatal no la comparten otras administraciones, como la andaluza y la catalana, que ya se encuentran manos a la obra en este campo.
El 'depende'No obstante, antes de pasar a los que defienden la regulación hay que pasar por un estado intermedio. En el propio mercado de las apps hay quien es partidario de no regular unos supuestos y sí hacerlo en otros: "Es el mercado el que regula este campo", razona José María Fernández del Arco, presidente ejecutivo de Netboss eHealth, desarrolladora de la app Medcitas, la cual le sirve de ejemplo para su punto de vista: "Si no certifico que el médico para el que se ofrecen las citas está colegiado, el mercado me detendrá".
"¿Hay regulación para los contenidos de Google?", se pregunta Fernández del Arco. "Con las apps habría que aplicar el mismo criterio que con internet. Es un mercado privado, y regularlo sería una utopía. Lo mismo ocurre con la publicidad. Todo se basa en una cuestión de confianza, aunque hay apoyos o acreditaciones que ayudan a aumentarla".
No obstante, el presidente ejecutivo de Netboss eHealth establece una diferencia: "Las aplicaciones que se desarrollen bajo el amparo de la Administración pública sí deben contar con un certificado que, por ejemplo, asegure la protección de los datos".
El 'sí'Desde el mismo mercado encuentra Fernández del Arco la respuesta: "Nos hallamos ante un gran vacío y un riesgo. Sería bueno contar con una regulación y una certificación a propósito de la calidad de las apps. Hay muchas y diferentes según sus fuentes, calidad... La salud es una cosa muy seria", responde Ángel Díaz Alegre, socio fundador y director general de la aplicación iDoctus. Aunque está de acuerdo en un aspecto: "La regulación es positiva para los líderes del mercado, pero éste se puede autorregular. Y ya lo hace. Tenemos fuentes, colegios profesionales detrás...".
En la misma línea, el dermatólogo Sergio Vañó, coordinador del Grupo de Innovación en Tecnologías Médicas del Hospital Ramón y Cajal, de Madrid, y uno de los creadores de la aplicación Dermomap, ve como "imprescindible una regulación y una acreditación en un futuro cercano. Las administraciones se convencerán cuando veamos las consecuencias negativas".
El peligroPara entender bien esas posibles consecuencias negativas hay que entender que la regulación es más necesaria para un público -pacientes- que para otro -profesionales-. "El personal sanitario tiene más criterio para valorar la información que la aplicación le brinda, mientras que el paciente corre un mayor riesgo. Una app no debería decidir por libre cuántas unidades de insulina tiene que administrarse un paciente diabético", argumenta Díaz Alegre, que habla de un tercer actor -laboratorios farmacéuticos, hospitales...-, habitualmente conservador, al que la regulación le puede ayudar a saber dónde puede depositar la confianza.
Si Díaz Alegre ejemplifica con la diabetes, Vañó se queda en su especialidad: "Los profesionales tienen más fundamento, pero en Dermatología los pacientes usan cada vez más unas aplicaciones en las que, sin sello de acreditación, no pueden distinguir su calidad". Un caso paradigmático es el del autodiagnóstico de melanoma: "Ninguna de las que dicen hacerlo sirve". Así lo demostraba un estudio de la Universidad de Pittsburgh publicado en JAMA Dermatology, según el cual tres de cada cuatro apps evaluadas diagnosticaron erróneamente un 30 por ciento de melanomas como resultado de su evaluación con imágenes. "Sí pueden ser útiles las que registren fotografías, pero sin sustituir la visita al médico", concluye Vañó, que trabaja en una herramienta así.
En cualquier caso, también para el profesional sería útil establecer categorías de validez, "igual que la revisión por pares en los estudios.Estas herramientas deben estar validadas igual que lo está un láser", afirma el dermatólogo delRamón y Cajal. "Aunque sea de forma menos estricta". También Díaz Alegre introduce una advertencia a esa deseable regulación: "No puede convertirse en cuello de botella para la innovación como ocurre con el medicamento, ni puede suponer un sobrecoste en tiempo y dinero, porque sería inasumible".
Pese a todo, Vañó vaticina que en cinco años podrá existir dicha regulación. ¿Cómo? Andalucía y Cataluña aquí, y la FDA y el NHS allí, trabajan por ello.
Una complicada categorización de aplicacionesClasificar todas las aplicaciones móviles sanitarias es complicado. Normalmente los rankings se hacen según el número de descargas, por ejemplo en la App Store, de Apple. Pero primero hay que categorizarlas.
En España existe una categoría de Medicina, pero en ella aparece en primer término Anti-Mosquitos, de Digitaran, que emite ultrasonidos para ahuyentar a este insecto. Su naturaleza médica es más que cuestionable. En segundo lugar ya está Miniatlas Anatomía-Atención Primaria, una app de imágenes médicas desarrollada por ec-europe y patrocinada por GSK.
El podio lo completa Calendario Menstrual, que predice ciclos y posibles días fértiles. Más complicado es el caso en Estados Unidos, donde la categoría es más amplia: Salud y Fitness, según la web Distimo. La más descargada es Calorie Counter & Diet Tracker, de MyFitnessPal, y hay que avanzar hasta el séptimo puesto para encontrar una app realmente médica: iTriage - Health, Doctor, Symptoms and Healthcare search, creada por dos médicos para responder preguntas sanitarias.
Fuente: DM 29/04/2013
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